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Campaña Chimeneas de Cádiz - Febrero 2011 - IEO # Mensaje 9

Enrique García Raso, Catedrtico de la UMA en plena actividad de muestreo ©IEO

Viernes 18 de febrero de 2011

Los primeros espadas ya están trabajando en el puente desde primera hora de la mañana. Son los más madrugadores, ya lo sabemos, pero parece que mantienen una pugna por ver cual de los dos se sienta más temprano a la mesa para desayunar. El Capitán, Manuel Riobó, juega con ventaja pues antes de bajar al desayuno ya se ha estudiado la previsión meteorológica, como no podría ser de otra manera. Luismi, el Jefe de Campaña, sabe perfectamente que en esta materia ha de lidiar en plaza ajena, pero es torero viejo y ya ha toreado en esta y en otras plazas de fama mundial. Acostumbra a recibir a porta gayola: “buenos días Capitán, ¿como se prevé la cosa para hoy?”. Y entonces, Manolo se explaya opinando, como experimentado profesional de la mar que es, y concluye: “un tanto variable, pero con pocas sorpresas”. Luismi, que es genéticamente sentencioso en materia meteorológica, siempre tiene algún refrán a mano que sintoniza con la diagnosis del Capitán: “febrerillo el orate, cada día hace un disparate”. Dicho esto, unta su macro tostada con varias capas de mantequilla a la que, a continuación, aplica unas cuantas cucharadas soperas de mermelada, mientras deja que Manolo continúe con su discurso. Sin perder el hilo de la conversación, hace serios equilibrios con la tostada para que no se produzca un deslizamiento mermeladogénico que genere un abanico profundo sobre el mantel. Víctor, el primer camarero, que en realidad se llama Victorino Paz, no le quita  ojo por si tiene que salir al quite para que el maestro no cause un desastre mayor en la lidia de la tostada.

Una vez en el puente analizan la situación con los datos en la mano: marejadilla con viento del 270º cambiando por la tarde a marejada con mar de fondo del 280º. Replantean los arrastres para modificar alguno de ellos en función de la dirección de la mar y de las irregularidades del fondo. Tan pronto como han reajustado el plan de hoy, Luismi baja al laboratorio para dar las últimas instrucciones del día. Se arremolinan los investigadores a su alrededor delante de la pantalla del ordenador, donde Gerardo Bruque controla todos los datos de situación en GIS, y comenta las modificaciones que han tenido que realizar para acomodarse a la situación meteorológica del día. El pacífico granaíno actualiza la base de datos cartográfica trazando los nuevos arrastres y todos se disponen a recibir la primera atacada de muestras. Luismi revisa el parte nocturno que le ha dejado Curro López y toma nota de algunos detalles que le permitan reorganizar el trabajo nocturno. Las noticias no son malas, pues durante la noche pasada han realizado 13 muestreos con CTD, todos ellos sin incidencias.

A las ocho en punto de la mañana nos encontramos al suroeste del volcán de fango Tarsis preparados para largar el arte de arrastre a 650 metros de profundidad. Largamos 1500 metros de cable y a las 09:45 tenemos ya el arte a bordo. La muestra obtenida es similar a lo que hemos recogido en anteriores arrastres. Esta vez hemos pescado un cazón de 1.53 m, un tiburón pariente del que probé en adobo hace unos días en un bar de Cádiz. El espécimen es muy grande y, desde luego, no parce estar nada contento de disfrutar de nuestra compañía. Lo pesan y miden lo más rápido que pueden. Miguel hace fotos a toda velocidad antes de que le atice una mordida. Lo tiran al mar, esperando que sobreviva al shock. El lance también ha traído mucha escoria de carbón, procedente de la combustión de las calderas de los buques con máquinas a vapor. Es un residuo muy abundante en el fondo marino y se acumulan marcando las antiguas rutas de navegación.

A las 10:00 ya estamos largando el siguiente lance. Son 592 metros de fondo y largamos 1350 metros de cable. A las 11:42 ya tenemos, de nuevo, el arte a bordo. Este lance trae las especies comunes de la zona, y un escuálo que mide 1,09 metros de longitud. Es espectacular, sin embargo, no llama tanto la atención como lo hizo el cazón del arrastre anterior. También hay una caracola del gasterópodo Charonia, que está en el listado de especies amenazadas y por lo tanto devolvemos al mar  después de registrarlo y fotografiarlo desde mil ángulos diferentes. Es una concha grande y preciosa, de las que la gente pone en sus casas. Los bentólogos lo tratan con una delicadeza sorprendente.

Los turnos de almuerzo se secuencian como de costumbre, y vuelven a presentarse en cubierta a toda velocidad. El ritmo es frenético. Los científicos no parecen mostrar síntomas de fatiga, a pesar de que al caer la tarde suelen estar rendidos. Hoy hemos comido coliflor de primero, cocinada con huevo. De segundo, arroz tres delicias, que parecía un risoto, y de tercero una milanesa riquísima con patatas. Y de postre piña con nata.

A las 13:10 nos encontramos al oeste del volcán Tarsis arriando la draga de arrastre bentónico, La profundidad es de 604 metros. La draga regresa bastante cargada de sedimentos. El sedimento superior es arena fangosa y en las capas inferiores es un fango homogéneo. Comienza la labor de procesado del sedimento en la columna de tamizado, con el fin de separar la fauna que encierra el sedimento. Un segundo arrastre  a 606 metros de profundidad, no arroja mucha más información. Quedaremos pendientes de realizar unos barridos fotográficos en la segunda parte para confirmar las primeras conclusiones que los bentólogos comienzan a extraer de sus muestreos.

El grupo de bentólogos que hay a bordo se muestra muy activo e ilusionado con lo que están encontrando. Uno de sus componentes es el Catedrático de la Universidad de Málaga, Enrique García Raso, que se ha integrado en el proyecto como fruto de un Convenio de Colaboración Específico establecido entre el Instituto Español de Oceanografía y el Departamento de Biología Animal del cual es su Director. Enrique tiene una larga experiencia en la cooperación con el IEO, a través del Centro Oceanográfico de Málaga, donde tiene buenos colegas, entre los que destaca el propio José Luís Rueda Ruíz.

Enrique nació en Madrid, y vivió ahí hasta los 7 años. Después su familia se trasladó a Málaga, y ha vivido entre Málaga y Granada desde entonces. Es curioso, porque no tiene acento andaluz, pues sus padres eran del norte, y nunca se le pegó el acento malagueño. Es un hombre tranquilo que no se altera por nada, aún cuando el ritmo de trabajo sea muy fuerte él continúa con su parsimonia analítica escrutando con paciencia cuanta fauna cae en su mano. Es un hombre risueño, feliz con lo que hace. Cuando habla, los que están al rededor suelen desviar su atención de lo que están haciendo, para escuchar la anécdota, historia o cualquier experiencia que hubiera decidido compartir. En un principio hubiera querido ser paleontólogo, pero no existía la especialidad en Málaga, así que se metió a biología, carrera que terminó en Granada con la especialidad en zoología. Le hubiera gustado especializarse en peces, pero no había ningún equipo en Granada, mientras que el equipo de crustáceos era  relativamente amplio, así que se especializó en, en antrópodos y crustáceos.

Si Tesis Doctoral versó sobre decápodos, de los que dice que hay que saber que tienen 10 patas locomotoras y que están muy buenos cocidos y a la plancha. Son muchos los que entablan discusión con Enrique, no solamente Blanca, si no también Laura, Curro, Marta, Tere y Caleli también escuchan y participan de la tertulia. Sospecho que Gerardo, a pesar de tener que mirar a la pantalla del ordenador, también está disfrutando de la conversación. Continúa contando que ha impartido clases de artrópodos, de zoología marina (la parte de vertebrados y artrópodos), de parasitología y de entomología (insectos). Nos cuenta que con el nuevo plan de estudios, derivado del famoso tratado de Bolonia, sólo habrá una asignatura de zoología, y que no sabe exactamente que partes va a tener que impartir. Está todo por decidir.

Durante la campaña, Enrique participa en el procesado de las muestras, si bien su experiencia se centra más en los muestreos en aguas someras (litorales). Es un experto fotógrafo, como casi todos los científicos y profesores de universidad. Ha desarrollado gran parte de su actividad en los laboratorios de la universidad, por lo que casi siempre ha visto las especies una vez que han sido procesadas, y no en su hábitat natural. Presta particular atención a los rasgos morfológicos de las especies que identifica, como las patas, la forma, etc. Los científicos más acostumbrados a ver las muestras recién sacadas del mar, se guían más por el color a la hora de identificar. Enrique trilla el material y al finalizar la primera parte de la campaña, se llevará a la UMA las muestras para su estudio posterior. Ha realizado campañas en el Atlántico Africano y en el Caribeño, la Antártida, aunque allí no haya cangrejos. Dice que allí no es todo blanco, sino azul y verdoso. Su hobby es viajar.

Fuera del laboratorio continúa la actividad habitual de los geólogos de todas las tardes. Están apasionados con los resultados de los muestreos en la zona de expulsión de gases. El último bou de varas que realizamos en la depresión de Tarsis, a 638 metros de profundidad, no ha arrojado demasiados resultados, únicamente gran cantidad de escorias de carbón y muchos braquiópodos. Un segundo muestreo con el bou no nos dice tampoco demasiado. Recogemos un gran número de pennatulaceos, de la familia Pennatulidae, posiblemente del género Cavernularia. Son colonias de pólipos, y al sacarlos de su hábitat, cada individuo se contrae y en lugar de parecer un colorido abanico, parece un palo marrón. Han intentado ponerlos en una pecera, en botes rellenos de fondo marino, para ver si se sentían más cómodos y se abrían. Así nos haríamos una idea de como es el fondo marino. A las 10 y pico de la noche, el experimento da sus primeros frutos. ¡Por fin se han abierto! Son preciosos, espectaculares, y nos dan una idea de cómo debe de estar el fondo cuando todos deciden abrirse. Los científicos se apresuran a hacer fotos y a buscar en libros de consulta su nombre exacto. Aquí no se descansa nunca.

A pesar de ello, parece que esta parte del volcán no es muy rica en biodiversidad. Algunos especulan con la posibilidad de que el enterramiento que generan las voluminosas acumulaciones de escorias de carbón no permite la supervivencia de las especies y es un factor de empobrecimiento de la biodiversidad en estos lugares. Es bien sabido que los fondos cubiertos por escorias se transforman en substratos prácticamente estériles, de aquí el grave problema que ha generado el desarrollo industrial y la navegación a vapor. Una pena.

Un último muestreo con el bou de varas nos vuelve a confirmar la pobreza faunística que caracteriza al entorno de este volcán. Cosas como estas entristecen aunque, la verdad, por otra parte nos enseña a tomar precauciones que en muchas ocasiones parecen exageradas pero que, en términos de prevención, resultan eficaces. A las 18:30 comenzamos los reconocimientos batimétricos para realizar los lances situados en las inmediaciones de los montes Chica 1 y Chica 2.

La cena nos da pie para discutir algunos aspectos del muestreo de hoy. El frío que hemos pasado en cubierta y que hace que muchos estemos estornudando todo el día, lo atacamos con una sopa de fideos muy calentita que Víctor se apresura a servir para que no llegue a los platos fría. De segundo nos tomamos una merluza a la romana y, de tercero, un churrasco gallego (costillar asado) con salchichas con patatas. De postre, para compensar, pera.

Al caer la noche, el barco se traslada a la zona de los barridos acústicos con ADCP y muestreos con CDT. Curro y Laura se incorporan a su actividad nocturna y los dejamos trabajando con la sonda CTD, mientras todos los demás nos vamos subiendo a los camarotes para descansar. Una jornada dura pero, como siempre, cargada de emociones y de enseñanzas.

(Publicado 26 Febrero 2011)

Pennatulaceo en la pecera del barco extraido del volcán de fango Tarsis ©IEO
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