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Chimeneas de Cádiz Campaign - October 2011 - IEO # Message 1
Jueves 20 de Octubre de 2011
Allí estaba de nuevo. Fiel a una cita que ella misma había concertado. Aguardaba su regreso, con la ansiedad propia de la enamorada que espera la llegada de su amado, aferrada a la toldilla del puente de gobierno del barco, con la mirada fija en el horizonte que dibujaba la avenida de acceso a la Zona Franca. La sombra del edifico de la harinera se proyectaba sobre el deteriorado suelo del muelle donde se atracaba el B/O Vizconde de Eza. La brisa de la dársena le daba un respiro al calor que atenazaba la toldilla, bajo el sol de justicia que se precipitaba sobre la ciudad de Cádiz. La suciedad del muelle y la herrumbre de las vías de las grúas del puerto le daban al entorno un aspecto lúgubre que realzaba, aún más, su blanca indumentaria, impoluta, inmaculada. El exultante azul del cielo, en sintonía con el añil del propio puente del barco, resaltaba su esbelta figura. Cabeza alta, cuerpo entallado, erguida, vistosa, verdaderamente espectacular. Orgullosa de su figura permanecía impertérrita en posición mayestática. No se quería perder un solo segundo de observación aguardando la llegada de su deseado científico, un viejo conocido con quién acostumbraba a compartir intensamente las jornadas en puerto, cuando sus obligaciones le alejaban del hogar para embarcarse en la ciudad de Cádiz. Ella sabía perfectamente que se trataba de una relación impropia, como la de Clinton y su becaria, pero la fuerza incontrolable de la Naturaleza y su propia misión en la vida le impulsaban a obrar de aquella manera. Él tampoco podía evitar aquella relación, que ya perduraba muchos años, por mucho que lo intentara y que tratara de finalizarla. Esto es lo que hay, se decía a mi mismo, lacónicamente, a medida que se acercaba al muelle de la harinera.
Cuando la vi encumbrada en lo alto del puente de gobierno, sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo y comprendí inmediatamente el porqué de las miradas de perplejidad que tenían los vigilantes del puerto, agolpados bajo los soportales del edificio portuario, intercalados entre los coches aparcados al amparo de la intemperie gaditana, confesó el IP del Proyecto durante la cena. La llegada del vehículo conducido por el propio IP produjo en ella una suerte de sobresalto que la impulsó a abandonar súbitamente el barco para encontrarse en el muelle con su hombre. Sus gritos de alegría alertaron a otras amigas que se encontraban de visita a bordo, produciendo un efecto estampida que sembró el pánico entre los tripulantes y científicos. Los vigilantes jurados del puerto retrocedieron unos pasos bajo los soportales para protegerse así de los riesgos del tumulto que parecía formarse. Pero, ¿cómo puede producir este hombre semejante efecto llamada en estas hembras?, se preguntaban los vigilantes.
Súbitamente, emprendió el vuelo dando graznidos y se agrupó con las demás congéneres sobre la popa del barco. Se elevaron ligeramente sobre el muelle para, posteriormente, lanzarse como posesas, en perfecta formación, sobre el coche del IP en el momento justo en el que el afamado científico abandonaba el vehículo. Los graznidos iban en aumento y el paroxismo se alcanzó cuando todas ellas comenzaron a depositar su diarreica carga sobre el Investigador Principal, mientras el paciente gallego-gaditano echaba carreras para alcanzar el portalón e introducirse en el interior del buque. ¡Será posible!, ¿pero es que esta majadera no se podrá olvidar de mi?, se preguntaba el asaeteado científico profusamente adornado con lamparones blancos de origen fecal.
El IP no fue el único en sufrir aquel bombardeo pestilente. La distancia que separa el aparcamiento del punto de atraque convertía el trayecto en una verdadera prueba de obstáculos. Con el petate en ristre y con la ilusión inalterable por los efectos del vuelo rasante de las gaviotas, fueron embarcando a la carrera todos los científicos. Una vez a bordo, y con la ayuda de los tripulantes, embarcaron el material de campaña que se había trasladado en la furgoneta del Centro Oceanográfico de Málaga.
Sin apenas solución de continuidad, se dedicaron a instalar los ordenadores en los laboratorios de acústica (sísmica y batimetría) y a montar la estructura que ha de acoger los sistemas de vídeo y fotografía con los que pretendemos obtener imágenes del fondo marino en las zonas de expulsión de fluidos. Llevamos, como todos sabréis, un prototipo de Vehículo de Observación Remolcado (VOR) que estamos probando en las diferentes campañas oceanográficas, y que está dando muy resultados muy positivos. Bien es verdad que la calidad de las aguas es muy diversa y muchas veces la turbidez del fondo marino nos juega muy malas pasadas, enturbiando las imágenes digitales e impidiendo que podamos identificar y catalogar las especies que pueblan la superficie del fondo marino.
Un buen almuerzo de confraternización en el afamado restaurante Arte Serrano, en la playa Victoria, nos permite compartir mesa y mantel con los especialistas del Instituto Hidrográfico de la Marina y con los alumnos de la Facultad de Ciencias del Mar de Cádiz, gracias a lo cual introdujimos las diversas polémicas que, a buen seguro, se retomarán a lo largo de los días que estemos embarcados en esta expedición científica.
La atención a los medios, aspecto que nunca hay que minusvalorar, ocupó una buena parte del día que se completó con la resolución de aspectos logísticos. Una reunión organizada por el Jefe de Campaña, Luis Miguel Fernández Salas, completó las actividades del día. Se explicaron los objetivos de la campaña, los turnos de guardia, asignación de camarotes, sistemática de los datos digitales, .etc. Por lo que parece todo queda atado y bien atado, al menos en lo que a previsiones se refiere. Lo demás lo iremos viendo en el día a día a bordo, cosa que os iremos relatando y que podréis seguir si tenéis un poco de paciencia.
(Posted November 2, 2011)